Habrá libros para leer con música y libros para leer sin música. Este es suave y perfecto para con música, es decir una que acompañe el videoclip que despliega contra el viento, sobre autopista, al costado del mar, con el brillo de un sol rosado entrando por el parabrisas. Imágenes que no tienen la ambición de narrar algo mayor sino que con existir les alcanza. Y así dan cuenta de las pequeñas coreografías que arma el mundo, moviéndose distante como un corazón olvidado. Escuchar el coro que integran los cuchillos en las medias, los vapores del campo y la telepatía de las amigas. Bailar en las roturas de lo siniestro. Seguir calmas a pesar de la distorsión eléctrica de la muerte que siempre está cerca de todas las cosas. Y entonces llorar para protegerse y preguntarse: ¿Qué otro milagro puede concederme una tarde hermosa?