«Como a muchos escritores me suele desanimar la idea de empezar a trabajar y paso mucho tiempo evitando ese momento. Hace cuatro años recordé un mandato que Stendhal se dio a sí mismo cuando era joven: Vingt lignes par jour, géni ou pas (veinte líneas por día, geniales o no). Stendhal pensaba en terminar un libro. De forma deliberada malinterpreté sus palabras como método para superar la ansiedad de la página en blanco. Incluso para un escritor escéptico y receloso, veinte líneas parecían un objetivo alcanzable y tranquilizador; especialmente si no se relacionaba con un proyecto ‘serio’, como una novela o un ensayo. Entonces, durante más o menos un año, empecé mi día con un fragmento de al menos veinte líneas sobre lo que tuviera en ese momento en la cabeza, escritas en un cuaderno reservado para ese fin”.
142 páginas.