No sé de un libro más ardido y volcánico, más trabajado por la desolación, que Sartor Resartus.
Jorge Luis Borges.
Tres semanas de insomnio sin tregua prepararon la escritura de Sartor Resartus, que vio la luz hacia 1835 y cuyo título podría traducirse como “sastre remendado”. Thomas Carlyle volcó aquí su crisis moral y toda su desdicha, y demostró además el modo en que la filosofía moldea a un hombre, y un hombre, a una filosofía. Carlyle hizo del idealismo consuelo al confundir la apariencia con la realidad, el mundo con su representación. Su “filosofía del traje” —rara autobiografía— nace, en palabras de G. K. Chesterton, de la observación solemne y religiosa de un par de pantalones.