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Descripción

Encender es distinto que incendiar, pero/ ¿es posible ser esa llama que no/ desborda y se mantiene prendida?

Este libro es eso: la llama que no desborda y se mantiene prendida. La que puede sostener la apuesta perdida de antemano del amor, hermosa y heroica como toda apuesta. 

El amor exclusivo a una persona es siempre amor a otra cosa, escribe Proust. Y este es un libro de amor al mundo: Me hubiese gustado amar algo/más allá de nosotros, nada humano/ Amar la tierra loca, salvaje, cayendo/ entre las piedras, la temperatura/ de un río que crece y se lleva /todo por delante. Amar la tierra loca, salvaje. Amar la escritura incendiaria y amar la escritura que llega con sus sirenas, sus autobombas, sus camiones hidrantes. Lola Halfon escribe un libro de amor y espanta la crueldad por un rato, ese humo venenoso que nos circunda, que nos envenena, resabio de lo apagado y de lo muerto. Su poesía destella en la noche del desastre con sus luces rojas, dispuesta a salvar lo que quede, mucho o poco. Del sueño tóxico de la mezquindad nos despierta, nos lleva a un monte nativo que no está intacto: está regenerado por su palabra que acaricia el desastre hasta volverlo un tesoro, un poema, una apuesta.                                       

Claudia Masin

(Fragmento del prólogo)