El protagonista de esta novela acaba de cumplir treinta y cinco años, es feo, es pelado, y sueña, casi como una obsesión enfermiza, con ser el presidente de la República Argentina. Es el mismo que, a medio exiliarse, ha escrito en los baños de Zonda con un carboncito fútil On ne tue point les idées (las ideas no se matan), y que un poquito más tarde, nos regala lo que podría ser uno de los momentos fundacionales de la literatura argentina: “Sombra terrible de Facundo, voi a evocarte, para qe sacudiendo el ensangrentado polvo qe cubre tus cenizas, te levantes a esplicarnos la vida secreta i las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo”. Sí, Domingo Faustino Sarmiento. Lo vemos deambular por la capital uruguaya cegado por sus urgencias juveniles, transformando la peripecia en un viaje sobre si mismo.
Montevideo copia las formas de la novela histórica para mostrarnos unaversión sui generis de un Domingo Faustino falible, atiborrada en la misma proporción de miedos y de sueños, tan torpe y neurótica como cualquiera de nosotros.
Esta novela de Federico Jeanmaire es una especie de viaje iniciático desbordado de sexualidad, erotismo y humor. Y como nos tiene acostumbrados, Jeanmaire genera un artefacto narrativo para mostrarnos lo que no se ve, lo que no se quiere ver, o mejor, lo que es mejor no ver.