Pelletieri, que es un poeta, cuenta historias como poemas: con frases musicales, con oído para lo coloquial, con una capacidad de observación apabullante. Muchos de estos cuentos son iniciáticos: cuentan el paso de la infancia a la madurez a través de un proceso de dolor. Esas experiencias son, en general, políticas: de una u otra forma es la Historia la que determina la vida privada de sus protagonistas, arrancándolos de su lugar. Por último, los cuentos de Otoño en sepia trabajan fuerte con el espacio, que termina siendo un personaje más. El sur argentino, con sus árboles y su temperatura, forjan el carácter, las decisiones, los conflictos que rondan el libro. El todo es una apuesta contundente, intensa, por retratar una aldea que se vuelve universal.
Luciano Lamberti
¿De qué materia están hechas las historias que no alcanzaron a ser contadas?
Otoño en sepia reúne cuentos atravesados por la memoria, el desarraigo y la fragilidad de quienes viven en los márgenes del mapa y del poder. Cristian Pelletieri, con sensibilidad y precisión, traza escenas donde la belleza convive con la intemperie, y lo mínimo se vuelve esencial. Los relatos respiran un sur que es territorio físico y emocional, y dan lugar a voces silenciadas por la historia, la violencia o el olvido. Hay hijos, soldados, leñadores, militantes y mujeres que esperan. Y en todos ellos, un eco persistente: la búsqueda de sentido. Con lenguaje sobrio, hondo y cargado de matices, Pelletieri transforma lo particular en universal, y confirma su talento como narrador de lo invisible.
«(…) nadie te espera en ningún lugar. No a vos. Tu papel de este lado, hay que decirlo, siempre fue bastante triste».