La escritura de Guadalupe Santa Cruz deja correr al animal del lenguaje y la intensidad de la propia ausencia por venir que es Esta parcela. Jalada por las letras y por el amplificado sonido de un fragil y ultimo impulso, arrastra la mano y solicita la voz ante el tiempo como vibracion en la oscuridad. Ensaya el proposito de la recordacion, atrapada en el remolino de un transito aspero que ha comenzado a ser extincion de lo propio. Un deseo de escritura, entre lo eterno y lo caduco, que no es sino colmarse de incertidumbre y, como si poetizara el limite del subito y lento acomodo de todos los entres y superficies que somos, deambula por la pagina y vuelve a la escritura. Pasmo, rapto, ruptura, aliento, potencia que entierra un ciruelo, unico arbol de hojas no perennes, para abrir espacio a lo que termina. Retirarse de si, excribir para retrasar el apremio de lo apremiante, cuando el cuerpo .harnero, rebalse permeado y en estado de amenaza. esta alerta frente a un antes enorme y a un despues exiguo. Esta parcela recoge el lenguaje, eco entre presencia y sombra, contorsion enervada que narra y se pregunta como tentar a las palabras por ultima vez; como escribir al unisono entre indefension y defensa, entre deslinde y vastedad. Mientras las hojas se arremolinan en el derrumbe, Esta parcela nos deja su voz escrita entre paginas saltadas, como si escarpara su respiracion esperando que la siguieramos hasta el instante en que el cuerpo ya no vuelve en si.